El viento cesó y vino una gran calma.
Él les dijo: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?»
Se quedaron espantados y se decían unos a otros: «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!»
«El viento ceso y vino una gran calma». ¿Quién no ha experimentado alguna vez en su vida la tempestad y la tormenta? Esos momentos en los que la vida se inquieta y nos expone ante nuestras propias debilidades. Esos momentos en los que la vida nos recuerda la fragilidad del corazón humano.
Por mucho que tratemos de trazar una ralla social entre los seres humanos, todos llevamos dentro la fragilidad y la necesidad de ser amados y acompañados cuando la presencia de Dios se nos hace lejana; cuando sentimos que Dios duerme en la barca mientras nosotros estamos bajo la tormenta…
Ojalá todo ser humano tenga siempre alguien a su lado cuando su corazón este quebrantado. Ojalá nosotros seamos, portadores de luz que calmen las tormentas en este mundo.
Feliz Domingo! #Betania